lunes, 2 de marzo de 2009


Acabo de leer una columna de Juan Domingo Argüelles (en La Jornada Semanal sobre la bondad de los hombres y los malos poemas de algunos o sobre la moral y la literatura, y concuerdo con él, es cierto que la estética no tiene que ver con la moral del escritor; sin embargo, es preferible un buen hombre y un mal poema, y todavía mejor un buen poema de un buen hombre, que un buen poema de un mal hombre; lo que me preocupa es qué puede hacerse con un mediocre como yo, es decir, ni siquiera malísima persona, y pésimo poeta. Me da tanta pena que no puedo aguantar la risa para distraerla.

Si no soy pésimo poeta, juzguen ustedes

Si no estuvieras conmigo
Volvería a las cantinas
A dormir en cuartos grises
A caminar con los gatos
Sobre las estelas
A la orilla del precipicio
A recorrer las calles podridas
Sobre el olor de la noche
Para esperarte donde comienza el día

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